martes, 28 de enero de 2014

CASI NADIE


Gastó su vida en vivirla, la entregó a cuantos amaba, la dio porque quiso y nadie se la quitó.

No debía nada a nadie, sus cuentas estaban saldadas pues mirara adentro o mirara afuera, desde que sus ojos se abrieron a la luz, sólo podía ver el inmenso amor que todo lo inunda y del que la Vida se nutre.

(pero no lo sabían... y cuando lo decía casi nadie le creía).

Siempre hacía frente al mal sobrevenido sin bajar la cabeza, dejando expuesta la otra mejilla.

Así se arriesgaba a un nuevo golpe con la dignidad de quien aguanta sin resignarse, confiando en el bien que siempre triunfa, renunciando a la única violencia a la que se puede renunciar, a la que sale de uno mismo y de la única que se es dueño.

(pero no lo sabían... y cuando lo decía casi nadie le creía).


Pero en todos lados hay un puñado de locos y locas que en medio de los sinsabores de la vida huelen la felicidad y en todos los pueblos hay niños y niñas cuyas mentes vivarachas no se pierden una sola oportunidad de reír y también perritos lazarillos que juegan saltarines con quienes transmiten ese tipo de paz honda que transmitía él y le acercan a sus ciegos para que les de luz a sus ojos y a sus vidas.

Y aunque no lo sabían... y cuando lo decía casi nadie le creía... siempre, siempre, estaba rodeado de gente despierta, de quienes no tienen nada que perder y están casi seguros de que todo mejorará. Y ellos y ellas le creyeron.



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